La inequidad: enfermedad que nos arropa

La pasada semana tuve la oportunidad de visitar una de las ciudades más aclamadas en los Estados Unidos, San Francisco.  Me sentía feliz pues tenía la oportunidad de conocer un lugar supuestamente fascinante, mientras cumplía con el deber ciudadano de contribución social como parte de la Junta de Síndicos de una importante Fundación.  Pero, cuál fue mi mayor sorpresa, el conocer a una cuidad extremadamente rica en recursos, cultura y negocios, estar totalmente pobre.

La pobreza en San Francisco es tanta que la gente duerme en las calles y algunas personas que pueden, rentan cuartos por hora para poder descansar.  Sus calles están llenas de jóvenes drogándose, pues es permitido, de inmigrantes asiáticos buscando la gran oportunidad, de ex servidores de las fuerzas armadas buscando comida en los zafacones, y otros muchos que simplemente hablan para sí mismos.  Me encontraba en un área privilegiada, el centro de negocios y banca, y al salir de mi fabuloso hotel, esto era lo que veía.

De momento era ver el futuro de Puerto Rico, o su pasado, o realmente su presente, pues estaba observando la verdadera cara de la inequidad, que aquí en Puerto Rico está un poco maquillada.  Y para mí sorpresa, el día siguiente de esa caminata por la ciudad y mi reflexión fue noticia de primera plana en el USA Today.  Y cuál es el punto.  Que San Francisco gracias al mundo tecnológico, los empleos han crecido un 56%, sin embargo la renta promedio es de $3,396.00  Los hispanos, asiáticas u otras minorías trabajan en los grandes conglomerados como Facebook o Google, pero si lo hacen por medio de contratistas independientes, no cobran los grandes salarios de los famosos de Silicon Valley, donde todos quieren ser parte algún día, sino los salarios mínimos o un poco más, lo que lo hace difícil para poder vivir en un estado tan costoso.

La inequidad es la verdadera enfermedad del momento, y esa enfermedad que nos arropa es un problema serio para cualquier ciudad, estado o país, y lamentablemente esta siendo la norma en Nueva York, Seattle, Boston y Puerto Rico, entre muchos otros.

Si nos concentramos en PR, observamos un país que tiene una inequidad económica astronómica, donde hay un pequeño grupo ganando mucho y otros muchos por debajo de los niveles de pobreza.  La clase media, al igual que en San Francisco, cada día va desapareciendo y es ésta la que tiene en sus manos el verdadero desarrollo económico de un país. Si evaluamos las encuestas, los puertorriqueños hemos perdido la confianza en el gobierno, y también en sus líderes, pues no se ven con el conocimiento y las destrezas necesarias para lograr cambiarle el curso al país.

Cuando hablamos de la participación social, precisamente hablamos de que la comunidad y líderes sean participantes activos en las soluciones.  Sin embargo, el rol del gobierno es el crear la atmósfera y las políticas públicas que te permitan lograr que esa participación social tenga éxito.  En San Francisco y otras ciudades, aún cuando hay mucho dinero en donaciones, esto no es suficiente, pues no hay un plan estratégico de desarrollo económico y ese es el lamento o el llamada mayor de la gente.

En Puerto Rico está entrando dinero de inversiones extranjeras, pero tenemos el mismo problema que en San Francisco, no hay un plan estratégico de desarrollo económico que nos permita ver cambios y la solución a nuestros problemas.  Nuestro liderato ha demostrado ser uno muy consistente en su  incosistencia, en la falta de visión, en la carencia de una mentalidad estratégica visionaria y con gran desconocimiento del rol del gobierno y en la creación de una política pública coherente.  Lo lamentable es que es el pueblo el que tiene que vivir en las calles, observar que hay oportunidades de empleos que no están creados para ellos, que el dinero sigue moviéndose pero no todos participan de ese movimiento y que poco a poco la inequidad, la enfermedad del momento nos va arropando, llevándonos a ser como pueblos más como en los años 50´s que en los maravillosos 2014 que estamos viviendo.